miércoles, 29 de diciembre de 2010

El Dia Que Vi A Dios


Vamo a ta claro desde el principio. YO SOY ATEA. Así que si esperaban una historia hablando sobre el amor a Dios y que se yo que otra mierda léanse otra vaina. Bueno les cuento…
Estaba yo saliendo de las terrenas (jodia playa a la que he ido más que el coño) con mis hermanos Sebastian el del medio y La Calva la más pequeña, la cual en su certificado de nacimiento es reconocida como Daniela Estela García  pero es popularmente llamada La Calva. Cuidándonos estaba Mercedes la nana cual quedo preñada y tiene planes para ir a Gringo Landia. Mi papa no fue con nosotros, desgraciadamente mi madre Larissa sí. Empacamos todo, nos montamos en el auto (un sobreviviente nato) y arrancamos. La verdad cuando algo comienza mal termina mal, aquí comenzamos oyendo bachata.  Yo venía con una cara que en sí sola decía tu maldita madre, la cual uso naturalmente si no estoy con mis amigas, se pueden imaginar que no soy la persona más sociable.
Porque estamos hablando de mi familia estábamos en el auto en pijamas. Nadie se había peinado y teníamos un pajon que ni Michael Jackson cuando era niño. Tamo como en el decimo merengue después de que Larissa ya estaba harta de la bachata cuando viene La Calva y abre la boca.
“Mami me toy haciendo pipi.” Porque en ese tiempo yo no era una persona tolerante su vocecita chillona me sacaba de quicio. 
“Cállate Calva de mierda que aquí no hay baño.” Volteo y miro hacia la ventana. Larissa es sicóloga así que me  ignora dejando que me exprese y lo excusa diciendo que es una fase que soy una adolecente estúpida y rebelde.
“Mi amor,” dice con voz tan dulce que uno se pregunta si la practica en el baño frente al espejo, “¿Te puedes esperar a que lleguemos al próximo pueblo?” y mira a La Calva.  Yo suspiro harta.
“fooooooo!”Grita Mercedes. “Se mio!” todos volteamos a ver al engendro con cara de inocente. “Aquerosa, sucia, Cerda de mierda” le dice mi hermano a La Calva y porque no estaba satisfecho sigue y dice, “ hija de puta, bugarrona!” Yo la miro con cara de desprecio y digo “Vete al diablo Calva.”

Larissa para el caro. Sale la Calva hace pipi de nuevo y la hija de la gran puta se ríe. Se había mojado los pantalones y lo único que le quedaba por ponerse fue un vestido que teníamos en el carro de apura chepa. Como el vestido era corto, de panti uso una camisa de mi hermano que también llevábamos, colocándosela entre las piernas. Ocho coños más tarde…
El carro se para.  “¿Qué paso?” pregunta Mercedes. Larissa sale del carro y vuelve con las noticias de que se ha pichado una goma. Por suerte teníamos una de repuesto pero necesitamos ayuda. Espera que espera y nada, hasta que por fin alguien viene haber que pasa. Revisa el carro y vuelve.
“Señora se picho una goma.” No shit sherlock  (no me digas, ¿enserio? no nos habíamos dado cuenta.) Yo lo miro con cara de incrédula tratando de transmitir mis pensamientos con una mirada.  Al fin el tipo dice que no la puede sacar y se va.  Viene otro, “Señora se picho una goma.” Y otro más, “Señora se picho una goma.”  Y como hay muchos ignorantes buena gente en este mundo llega otro, “Señora se picho una goma.”  Pasan como seis y ninguno la puede sacar, supuestamente estaba atascada. “Señora se picho una goma.”  Me pregunto si es una canción popular con la que no me habían deleitado hasta ese día, aparentemente era tan buena que todos llevaban la misma frasecita pegada en la cabeza. Para que lo tengan claro mi madre Larissa es la definición en carne y hueso de una pendeja y lo demostró dándole dinero a todo aquel que nos dijo “Señora se picho una goma.” Parece que también le gusto la canción. Claro que mi verso favorito era “No sale la goma,” es simple y pegajoso y se lo juntas con “Señora se picho la goma”  tienes la canción del año.
El calor del carro era pelmazo pero somos perseverantes y nos quedamos ahí. Llega otro señor con pinta de moribundo. Entra bajo el carro y dice “No sale la goma.” Hacía demasiado calor y el hombre tenía gotas de sudor recorriéndole el cuerpo. Nos pidió amablemente si teníamos algún pañuelo con cual limpiarse la cara. Larissa se lo pasa y veo como mis hermanos se explotan de risa. Les levanto mi ceja izquierda, la cual disfruta estar más arriba que la derecha la mayoría del tiempo. Mi hermana señala al hombre con el dedo. Con grandes ojos sorprendidos percibo que el señor se estaba limpiando la cara con la camisa que la Calva había utilizado como panti. ¿Qué hubieras hecho tú?  El daño ya estaba hecho. ¿Cómo le dices a un hombre que se acaba de limpiar la cara con una camisa utilizada para cubrir la partes intimas de una niña de seis años? En mi caso fue fácil, no se lo dices y te unes a la risa.
  
El calor ya se había hecho inaguantable, cualquiera hubiera podido hacer un diccionario con todas las groserías que dijimos. Todos nos bajamos del coche y tiramos las maletas en plena calle para sentarnos sobre ellas. Ya se pueden imaginar la vista: tres mujeres en pijamas quienes pareciera nunca haber oído de un peine, un niño digno de cierta familia y una carajita tan amable que decidió compartir su cuca con el mundo, el vestido no cubre mucho cuando está sentada.
Larissa se para de la maleta en orden de hacer una llamada. Mi madre camina mucho al hablar y es bastante despistada así que yo me encontraba al lado de ella tratando de que no la choque un vehículo. Llama a mi papa y el pobre infeliz es forzado en venir. En lo que llegaba mi papa vienen dos hombres en motores. Uno era flaco y alto muy parecido a un fideo, con cara de estúpido. El otro llevaba una camisa bien apretada de color rosado claro y unos jeans campana, con unos lentes grandes; al verlo pensé o marica o drogadicto la gente diferente siempre ha causado una gran impresión sobre mí, sin conocerlos ya me caían bien.  
Revisan el carro y sorprendentemente dicen “Señora se picho una goma.” Lo que realmente me sorprendió fue que trataron de ayudarnos se fueron y volvieron con un gato (para los incultos no me refiero al animal si no a un instrumento para levantar el auto.) al fin y al cabo no pudieron sacar la goma y se fueron. Y aquí mis queridos lectores es cuando vi a Dios. Dios vino en un motor, sí en un motor. Se preguntaran como supe que era Dios, pues fue sencillo en sus manos traía tres funditas de palitos de queso y un doble litro de refresco de uva. Los ojos se me aguaron y se me Llenó la boca de saliva. Nos entregaron la comida. Larissa los informo diciéndoles que se le había gastado el dinero dándoselo a otros motoristas. “No importa “contesto. Ahí fue que supe que el bien existía y que yo no era nadie. Ese motorista (El drogadicto/marica/Dios) era pobre y me brindo comida con tanta facilidad que me hizo sentir como una desgraciada. Le pregunte como se llamaba cosa que antes no me daba importancia. “Víctor,”  respondió. Jure que al primer hijo de mi hermana le llamaría Víctor. “Gracias,” le dije y por primera vez sentí el peso de las palabras en mi boca y entendí el significado.
No fue Dios quien saco la goma. Llego mi papa y llamo a un profesional quien la saco, irónicamente la saco el diablo (desgraciado que nos quería cobrar 900 pesos.) Papi no es pendejo así que solo le pago 600 y nos fuimos.

-Salami (Priscilla)

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